Preguntas frecuentes |
¿Su eslogan, 1-800-SUE-THEM (1-800-DEMÁNDELOS), no empeora el problema de la litigiosidad al alentar juicios frívolos? No. La intención y, según creemos, el efecto es el contrario. Lo que recomienda nuestro aviso no es iniciar un juicio en sí, sino más bien consultar a un buen abogado. Por lo general, un buen abogado reconoce si un caso es o no sólido. El abogado de la parte demandante tiene buenas razones para no representar casos poco sólidos, ya que recibe sus honorarios únicamente por medio de un porcentaje de lo que se gana por el caso; no hay posibilidades de ganar, o de ganar mucho, si el caso no es sólido (considerando que litigar requiere mucho trabajo). Además, a un abogado le pueden demandar y hasta le pueden inhabilitar para ejercer su profesión por presentar un caso trivial o sin fundamentos jurídicos. Por lo tanto, cuando una persona consulta a un abogado competente sobre posibles reclamaciones, más que estimular juicios inadecuados, tenderá a evitarlos. Es posible que promueva reclamaciones justificadas, que son totalmente aceptables. La queja de “juicios frívolos” de las grandes corporaciones cuando piden a gritos la llamada “reforma de las leyes de responsabilidad civil” (limitar el acceso de los ciudadanos a las cortes) es un intento para distraer la atención, ya que los juicios frívolos son comparativamente poco frecuentes y fáciles de enfrentar. El verdadero objetivo de la “reforma de las leyes de responsabilidad civil” es el caso justo. Finalmente, si hay alguien en esta profesión que está incentivado para promover acciones legales infundadas, no son los abogados de la parte demandante, al presentar casos sin fundamento, sino los de la defensa, al oponerse a los casos buenos, ya que a los últimos se les pagan honorarios por hora, independientemente de si el caso es sólido o no y de sus resultados.
¿Aun cuando una reclamación sea válida, litigar, o tener una actitud agresiva, no es contraproducente a veces?
Sí. En términos generales, un acuerdo extrajudicial justo es preferible a un litigio, ya que demanda menos tiempo y es menos costoso. Por esta razón, intentamos llegar a un arreglo antes de presentar una demanda. Pero, cuando corresponda, un abogado debe estar dispuesto a ir a juicio, y listo y capacitado para enfrentar esa situación, porque a veces no es posible llegar a un acuerdo, aunque sí podría valer la pena presentar una demanda. Y si un abogado nunca llega a juicio, nunca cerrará acuerdos adecuados, porque las compañías de seguros y los abogados defensores sabrán que no tendrán consecuencias negativas (perder un juicio) si se niegan a ofrecer un acuerdo razonable. De manera similar, una actitud de confrontación no siempre es la adecuada. En definitiva, el objetivo del abogado debe ser, no la agresividad, sino la efectividad, que muchas veces se logra mejor con un tono más conciliador. La cortesía, que generalmente es recíproca, da resultado. Sin embargo, reiteramos, cuando la defensa no colabora, un buen abogado demandante debe ser capaz de ponerse duro, de ir a la corte a pelear y de ganar.
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